July 18, 2022

More than 50 years have passed since the United States convened the White House conference that helped elevate hunger as a national priority and sparked major improvements and expansions to the federal nutrition programs.

This September, the  White House Conference on Hunger, Nutrition, and Health will take place with the goal of ending hunger and reducing diet-related diseases and disparities in the U.S. by 2030.

FRAC, along with other anti-hunger organizations underscored five priorities for the conference.  

To ensure these priorities are put into the forefront during the conference, FRAC nominated several people to speak about  their lived experiences with hunger during a series of virtual, regional listening sessions  hosted by the White House. They shared their stories and recommendations during these sessions.

In a blog series, we will share the remarks  of a few of the advocates who spoke during these sessions.

Martina Santos spoke at the White House’s Spanish language listening session. Her testimony has been translated from the original Spanish.

Hello, my name is Martina Santos and I live in the Bronx, New York. Currently, I participate at the food pantry West Side Campaign Against Hunger (WSCAH) as a customer, volunteer and board member. I have been visiting WSCAH for more than 13 years. Initially, I came as a customer because my income was very low and there wasn’t enough for me to buy food to last the month. The first time I came to WSCAH, I immediately noticed the quality of the food that WSCAH distributed to their customers. That day I went home with a smile, as I carried with me fresh fruits and vegetables, meats, grains, milk, that I myself was able to select during my visit.  The experience of being able to choose my own food made me feel dignified, as I could put aside the stigma of visiting a food bank. WSCAH has turned into a home for me, as almost immediately after my first visit, I became a volunteer at the bank.

The mission of WSCAH is to alleviate hunger by guaranteeing that all New Yorkers have dignified access to a selection of healthy food and support services. Last year WSCAH distributed enough food for its customers to prepare more than 4.1 million meals.

Once WSCAH started its mobile food pantry a little over 5 years ago, I was able to volunteer in those locations. There I could see the value of the mobile pantry, as it provides the opportunity for many older people and those with mobility challenges to pick up healthy food much closer to their homes. Those who go to the mobile pantry, aside from receiving food, also are evaluated and receive help with applications and recertification for SNAP, medical insurance and referrals to other programs they need.  I have had the opportunity to see this program grow. For example, before the pandemic, there were 15 distribution locations and now there are more than 30 distribution points. My greatest satisfaction is to be able to refer relatives, friends and even people I don’t know, to the WSCAH pantry, because I know they will  find not only a great variety of fresh and healthy food, but also encounter empathetic treatment by the WSCAH team.

During the pandemic, when many of the pantries in our city were forced to close, WSCAH never closed their doors. Since the beginning of the pandemic, I have seen how the number of people who visit WSCAH has increased exponentially (from 20,000 to 77,000 customers) and how WSCAH has become a trusted source of food for many people. The WSCAH team has worked tirelessly to help many people get unemployment benefits, SNAP, and make sure they don’t lose their homes if they can’t pay their rent, including relatives and neighbors who have been severely affected by COVID.

As a volunteer at WSCAH I have felt the sad reality of hunger and need that exists in our city. I feel happy to be able, along with WSCAH, to help the thousands of New Yorkers who visit the pantry each year not go to bed hungry. For over 13 years I have witnessed how the work of WSCAH has become indispensable for many in our community, but sadly it is a job that requires much effort and economic support.


Conferencia de la Casa Blanca sobre el Hambre, la Nutrición y la Salud Escuche lo que compartieron las personas con experiencias vividas con el hambre

Han pasado más de 50 años desde que los Estados Unidos convocó la conferencia de la Casa Blanca que ayudó a elevar el hambre como una prioridad nacional y provocó mejoras y expansiones importantes en los programas federales de nutrición. Este septiembre, La Conferencia de la Casa Blanca sobre el Hambre, la Nutrición y la Salud se llevará a cabo con el objetivo de acabar con el hambre y reducir las enfermedades y las disparidades relacionadas con la dieta en los EE. UU. en 2030.

FRAC, junto con otras organizaciones contra el hambre, destacó cinco prioridades para la conferencia.

Para garantizar que estas prioridades se pongan en primer plano durante la conferencia, FRAC nominó a varias personas para hablar sobre sus experiencias vividas con el hambre durante una serie de sesiones de escucha regionales virtuales organizadas por la Casa Blanca. Ellos compartieron sus historias y sus recomendaciones durante estas sesiones.

En una serie de blogs, compartiremos los comentarios de algunos de los defensores que hablaron durante estas sesiones.

Hola, mi nombre es Martina Santos y vivo en el Bronx, New York. Actualmente, asisto a la despensa de alimentos West Side Campaign Against Hunger (WSCAH) como clienta, voluntaria, y miembro de la Junta. He estado visitando WSCAH por más de 13 años, donde inicialmente vine como clienta porque mis ingresos eran muy bajos y no me alcanzaban para comprar alimentos que me duraran todo el mes. Cuando vine por primera vez a WSCAH, inmediatamente noté la calidad de los alimentos que WSCAH distribuye a sus clientes. Ese día, me fui a casa con una sonrisa, ya que llevaba conmigo frutas y vegetales frescos, proteínas, granos, leche, que yo misma pude elegir durante mi visita. La experiencia de poder elegir los alimentos, me hizo sentir digna, ya que pude poner a un lado el estigma de visitar una despensa de alimentos. WSCAH se ha vuelto un hogar para mí, ya que casi inmediatamente desde mi primera visita, me volví voluntaria de la despensa.

La misión de WSCAH es aliviar el hambre al garantizar que todos los neoyorquinos tengan acceso digno a una selección de alimentos saludables y servicios de apoyo. El año pasado, WSCAH distribuyó suficientes alimentos para que sus clientes prepararon más de 4,1 millones de comidas.

Una vez que WSCAH inauguró su despensa móvil hace poco más de 5 años, pude ir de voluntaria donde la despensa móvil distribuye alimentos. Ahí pude ver el valor de la despensa móvil, ya que esta le brinda la oportunidad a muchas personas mayores y con discapacidades móviles, de recoger alimentos saludables más cerca de sus casas. Los clientes que asisten la despensa móvil, aparte de recibir alimentos, también se evalúan y ayudan con solicitudes y recertificación de SNAP, seguro médico y referidos a otros programas que necesiten. He tenido la oportunidad de ver crecer este programa. Por ejemplo, antes de la pandemia había 15 puntos de distribución y ahora hay más de 30 puntos de distribución. Mi mayor satisfacción es poder referir a familiares, amigos e incluso desconocidos, a la despensa de WSCAH porque sé que encontrarán no solo una gran variedad de alimentos frescos y saludables, sino también un trato empático de parte del equipo de WSCAH.

Durante la pandemia, cuando muchas de las despensas de nuestra ciudad se vieron obligadas a cerrar, WSCAH nunca cerró sus puertas. Desde que inició la pandemia, he visto como el número de personas que vistan WSCAH ha crecido exponencialmente (desde 20,000 a 77,000 clientes), y cómo WSCAH se ha convertido en una fuente confiable de alimentos para muchas personas. El equipo de WSCAH ha trabajado incansablemente para ayudar a muchas personas a conseguir beneficios de desempleo, SNAP, y también a que no pierdan sus hogares por no poder pagar la renta, incluyendo a familiares y vecinos que han sido severamente afectados por la pandemia de COVID.

Como voluntaria de WSCAH, he podido palpar la triste realidad de hambre y necesidad que existe en nuestra ciudad. Me siento satisfecha de poder ayudar junto a WSCAH, a que los miles de neoyorkinos que anualmente visitan la despensa de WSCAH, no se vayan a la cama con hambre. He sido testigo por más de 13 años de cómo el trabajo de WSCAH se ha vuelto indispensable para muchos en nuestra comunidad, pero lamentablemente es un trabajo que requiere de mucho esfuerzo y apoyo económico.